Puede ser que no estés cansado, ni tengas sueño, pero algo es seguro: Si ves a una persona bostezar te “contagiás” y casi de forma automática terminás bostezando vos también. ¡Es una reacción muy común! Y que todos experimentamos con los bostezos. De hecho, es probable que si te propones no bostezar cuando alguien más lo hace, sentís una urgencia mayor.
Con el apoyo de robots, un equipo de investigadores de la Universidad de Heriot-Watt, Reino Unido, reafirmaron que los bostezos son contagiosos.
¿En qué consistió el estudio?
De acuerdo con información de la Universidad, el robot Android EMYS bajó la cabeza, cerró los ojos y abrió la mandíbula mientras emitía un lento ruido artificial. El estudio identificó que a los voluntarios que observaron al robot también les provocó la necesidad de bostezar y les dio sueño.
El profesor Frank Broz que llevó a cabo la investigación, junto con el psicólogo Hagen Lehmann, manifestó que la muestra de 34 voluntarios reveló una necesidad estadísticamente significativa de bostezar después de ver al robot hacer lo mismo.
“Aquí tenemos un robot que tiene una cabeza y una cara simplificada que puede hacer expresiones y tiene una mandíbula movible, así que programamos el comportamiento de bostezar y el sonido que lo acompaña. Parece haber un efecto, un resultado preliminar muy prometedor”, aseguró.
Añadió que tanto él como sus compañeros, se encuentran muy entusiasmados con este estudio , ya que podría ser utilizado para mejorar la naturalidad de la interacción entre robots y humanos.
Sabemos entonces que el bostezo es contagioso, pero ¿por qué sucede esto? La clave se encuentra en la activación de una región muy concreta del cerebro.
Existen varias hipótesis científicas divididas en dos grupos: las fisiológicas y las psicológicas.
Las hipótesis fisiológicas sostienen que los bostezos son un reflejo innato de imitación inconsciente. Las hipótesis psicológicas señalan que se trata de un gesto de empatía. ¿Y vos qué crees?